La actividad física se considera esencial para prevenir enfermedades no transmisibles y mejorar la salud mental. Aún con estos datos, la práctica de algún tipo de ejercicio físico o deporte entre la población mexicana es limitada; se estima que sólo el 49.5% de los hombres y el 35.6% de las mujeres en México lo acostumbren. Existe evidencia de que el ejercicio está inversamente asociado con el estrés psicológico; por ejemplo, la participación en alguna actividad física se asocia con una disminución del estrés/afecto negativo en las horas posteriores al ejercicio. Por otro lado, la falta de cualquier tipo de actividad física se asocia con mayores tasas de depresión, mientras que el ejercicio moderado a vigoroso reduce estas tasas. Además, se ha demostrado que el ejercicio de cualquier tipo se asocia positivamente con la inteligencia emocional tanto en hombres como en mujeres. La inteligencia emocional se refiere a los procesos cognitivos implicados en el reconocimiento, uso, comprensión y gestión de los estados emocionales propios y de los demás para resolver problemas y regular la conducta. Por este motivo, la inteligencia emocional se ha incluido en investigaciones educativas relacionadas con la educación física, el deporte de competición, la psicología del deporte e incluso otros estilos de vida. Esto demuestra que la práctica de determinados ejercicios es una herramienta fundamental para la gestión de las emociones, así como un coadyuvante en el tratamiento de la depresión y la ansiedad.
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