La obesidad es un trastorno metabólico complejo de etiología desconocida que puede ser causado por una combinación de factores genéticos y ambientales. La Organización Mundial de la Salud lo define como un índice de masa corporal superior a 30, aunque esta definición varía de un país a otro. La prevalencia de esta afección está aumentando; por ejemplo, en EE. UU. aumentó del 30,5 al 41,9 % entre 2000 y 2020. Investigaciones recientes han demostrado que un desequilibrio en la flora intestinal, o microbioma, puede estar relacionado con el desarrollo de la obesidad. Un microbioma es una comunidad ecológica de microorganismos que viven en el intestino humano y se desarrollan junto con el cuerpo, formando conexiones complejas. Varios factores, como la dieta, la edad y los antibióticos, pueden provocar cambios en la estructura y el metabolismo del microbiota intestinal, que a su vez pueden afectar el metabolismo energético y la absorción de nutrientes. Estos microorganismos producen numerosas sustancias químicas fisiológicamente activas, como SCFA, vitaminas y aminoácidos, pero también pueden producir sustancias nocivas como neurotoxinas, carcinógenos e inmunotoxinas. Además, se ha demostrado, que el microbiota intestinal puede aumentar la ingesta de alimentos modulando la función cerebral a través de diversos mecanismos, incluidas las vías endocrinas, inmunitarias y neuronales. Además, las investigaciones sugieren que un desequilibrio de la flora intestinal puede aumentar la absorción de glucosa en el intestino del huésped, aumentando los niveles séricos de esta molécula, que favorece la síntesis de grasas en el hígado y otros órganos. Es a través de estos y otros mecanismos que el microbiota intestinal puede asociarse con la obesidad. Más información
