La Asociación Internacional de Diabetes indica que hay un aumento en la incidencia de esta patología, se estima que llegará a 463 millones de personas afectadas para el 2030. Entre los factores de riesgo más comunes asociados al desarrollo de diabetes tipo 2 se encuentran el sobrepeso o la obesidad, niveles altos en sangre, hipertensión, aumento de glucosa en sangre, estilo de vida sedentario y una dieta rica en grasas y azúcares. También se ha observado que esta enfermedad se desarrolla en personas no obesas debido al desarrollo de resistencia a la insulina relacionada con factores genéticos y/o hábitos de vida. Tanto para las personas no obesas como para las obesas, se recomienda realizar cambios en el estilo de vida, entre ellos realizar algo de ejercicio físico. Diversos estudios demuestran que el ejercicio físico mejora el control glucémico y los perfiles de lípidos en sangre. La actividad física regular también mejora la fuerza muscular, la capacidad aeróbica, la función endotelial y la composición corporal. En particular, el ejercicio aeróbico mejora la función cardiovascular y pulmonar, así como los niveles de glucosa circulante. Debido a esta evidencia, varias organizaciones de salud han desarrollado programas de ejercicio diseñados específicamente para personas con alto riesgo de resistencia a la insulina. En particular, se recomienda a los pacientes con diabetes tipo 2 que hagan ejercicio al menos 150 minutos por semana con una frecuencia cardíaca objetivo del 70% de su frecuencia cardíaca máxima y que realicen actividades como caminar y trotar con regularidad.
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