En la cultura occidental, se ha observado, una tendencia a suprimir la sexualidad femenina durante mucho tiempo. Se supone que esto sucedió y/o sucede, porque se creía que el impulso sexual de una mujer es inusualmente más fuerte que el de un hombre, y podría ser la causa de una desestabilización del orden social. Entonces se planteó que para que se desarrollara una sociedad civilizada, supuestamente era necesario o al menos útil que se reprimiera la sexualidad femenina. Debido a esto innumerables mujeres han crecido y vivido sus vidas con mucho menos placer sexual del que habrían disfrutado sin esta represión a gran escala. Influencias socializadoras como los padres, las escuelas, los grupos de pares y las fuerzas legales han cooperado para alienar a las mujeres de sus propios deseos sexuales y transformar su (supuesto y relativamente) voraz apetito sexual en un remanente sometido. Esta represión a llegado al grado de promover procedimientos quirúrgicos para impedir que las mujeres disfruten de su sexualidad, disminuyendo su capacidad natural de orgasmos múltiples y gratificaciones íntimas. Las mujeres sintieron que la sociedad no les permitía expresar sus sentimientos sexuales o incluso disfrutar del sexo en muchos contextos.
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