Las personas se pueden someter a una reducción de peso corporal por distintas razones, por ejemplo, para combatir enfermedades asociadas al sedentarismo, patologías relacionadas al metabolismo de la glucosa y lípidos, por razones estéticas o para mejorar las habilidades de algunos atletas. Cabe mencionar que uno de los principales objetivos de lograr un balance energético negativo, generalmente no solo es perder peso, sino específicamente perder tejido graso, manteniendo, al mismo tiempo, la masa muscular. Hay varias formas de lograr esto, la mayor parte de las veces de es a través de actividad física o alimentación o una combinación de ellos. Sin embargo, se ha observado, existen diferencias metabólicas si la pérdida de peso se lleva a cabo de una forma o la otra. Los estudios indican que cuando se reduce el peso a través de realización de ejercicio, los niveles séricos de lipoproteínas de alta densidad son mayores después de cinco días de intervención que cuando solo se lleva a cabo con la dieta. También se ha mostrado que los niveles de colesterol mejoran mayormente cuando se realiza ejercicio a cuando solo hay un cambio de alimentación. Se afirma que estos resultados están relacionados con varios factores, como la masa muscular, el estado nutricional subyacente del individuo y el aumento en el consumo de la energía metabólica. Sin embargo, se ha informado que algunas veces la disminución del peso corporal mediante una actividad física genera un desequilibrio en relación con el metabolismo de proteínas, sodio y potasio, por lo que es aconsejable tener un plan de alimentación apropiado. Por tales razones, es necesario que cada plan para reducir la masa corporal sea sido diseñado y monitorizado por un especialista adecuadamente entrenado.

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