En gran parte del mundo se han reducido varias barreras institucionales que impedían la igualdad de las minorías sexuales, incluidas las prohibiciones de servicios sociales para personas abiertamente gays o lesbianas, los matrimonios igualitarios y las protecciones legales contra la discriminación en el lugar de trabajo. A pesar de estos signos de menor discriminación y mayor aceptación, sería prematuro anunciar que la sociedad está a punto de poner fin al estigma y los prejuicios sexuales. Desafortunadamente, algunos sectores del tejido social todavía perpetúan tales comportamientos; por ejemplo, muchas instituciones religiosas todavía condenan la homosexualidad y trabajan activamente para prevenir o eliminar las protecciones legales para las minorías sexuales. Aunado a lo anterior, se tiene, que algunas medidas institucionales también conducen a desigualdades en la atención sanitaria entre heterosexuales y personas de la comunidad LGBT+. Una de las razones de estas desigualdades son comportamientos como la homofobia, que se define como el miedo a tener relaciones cercanas con homosexuales y, en el caso de los propios homosexuales, el autodesprecio. En general, esto se debe a las consideraciones negativas, la inferioridad y la relativa impotencia que la sociedad otorga colectivamente a los comportamientos, identidades y relaciones de las comunidades no heterosexuales, es decir, tiene sus raíces en el Estigma Sexual. Cuando se internaliza el estigma social, emerge el Prejuicio Sexual, el cual agrupa todos los comportamientos que se dirigen hacia las minorías sexuales en forma de actitudes negativas. Así que, aunque ya existen diversas iniciativas y acciones encaminadas al reconocimiento respetuoso de las minorías sexuales, aún queda mucho trabajo por hacer para eliminar la homofobia, el estigma y los prejuicios sexuales.
