El estrés ha sido relacionado con una disminución en la calidad de la salud, además, representa una gran proporción de los trastornos incapacitantes a largo plazo. Esto conlleva a perdidas en productividad y en el aspecto económico, lo cual lo hace un tema de interés a nivel mundial. Por ejemplo, en Suecia, el trastorno de Agotamiento Inducido por el Estrés (AIE), es uno de los diagnósticos más comunes y se considera un equivalente clínico válido del agotamiento. Los síntomas principales son agotamiento severo secundario, a al menos, 6 meses de exposición al estrés, energía mental reducida y mayor necesidad de recuperación después del esfuerzo mental. Este tipo de pacientes también sufren alteraciones cognitivas y, por lo general, ansiedad, depresión, trastornos del sueño y diferentes tipos de dolor. El ejercicio es una estrategia no farmacológica con la que se puede complementar la rehabilitación de las personas con AIE, observándose, mejoras, en cuanto a, agotamiento, depresión, consumo de oxígeno y en la memoria episódica. Para obtener estos resultados es necesario que las personas que padecen AIE realicen ejercicio, al menos tres veces por semana por 75 min a intensidad vigorosa, 150 de actividad moderada o una combinación de actividad moderada y vigorosa. En cuanto a esto es necesario tomar en cuenta que estas personas, aunque se reducen sus síntomas y mejoran la capacidad física y cognitiva, la mayor parte de veces tienen dificultad para mantener su rutina de ejercicio. Por esto, es recomendable que el AIE se trate a través de un equipo de profesionales de la salud especializados.
