En la actualidad se pone especial atención en el descubrimiento de alimentos funcionales que puedan ayudar a la prevención y tratamiento de muchas enfermedades. La necesidad de obtener nuevos alimentos funcionales, se ha incrementado, debido a que los consumidores esperan y demandan cada vez más, una variedad más amplia de opciones de alimentos, especialmente de aquellos libres de aditivos químicos y ricos en constituyentes bioactivos. Entre estos nuevos alimentos se encuentra el polen de abeja, el cual tiene metabolitos naturales activos, tales como, minerales, proteínas, carbohidratos, vitaminas (A, C y E) y lípidos, incluidos los ácidos grasos, Omega-3 y Omega- 6. Además de su valor nutritivo, el polen de abeja es una fuente de compuestos antioxidantes como el resveratrol, la quercetina, el kaempferol, los ácidos cinámico y cafeico. Este polen es un popular producto de la colmena utilizado en la medicina tradicional para la prevención y autotratamiento de diversas patologías. Por ejemplo el extracto de este polen, ha mostrado tener, efectos cardioprotectores, antiinflamatorios, anticancerígenos y hepatoprotectores. Por estas y otras razones, recientemente, existe interés por utilizar el polen de abeja en los sistemas alimentarios como un ingrediente funcional para enriquecer las características de los alimentos. En este contexto, este polen, se ha utilizado, en el enriquecimiento de yogur, queso, pan y bebidas fermentadas (como kombucha, vinos blancos, malta y bebidas lácteas) como ingrediente (bio)tecnofuncional con fuertes actividades antioxidantes y antimicrobianas para mejorar las características nutricionales y funcionales de los productos finales.
