La atracción sexual mucho tiempo se consideró rígida, sin embargo, en la actualidad, se ha mostrado, puede variar de persona a persona. Hasta hace algunos años la orientación sexual, se planteaba, como una división entre lo heterosexual y lo homosexual, con la bisexualidad en un punto intermedio. Aunque hay que aclarar que la sociedad es la que define a los comportamientos sexuales como normales o anormales. Es en este sistema, la sociedad, donde se ha generado un cambio gradual hacia clasificaciones no binarias del comportamiento sexual, sexualidad y género. Lo anterior, porque poco a poco, se ha entendido, a la sexualidad como una combinación de atracción, pensamientos, fantasías y roles sexuales, particulares de cada persona. Esto genera el concepto de fluidez sexual, donde una persona no se identifica con una etiqueta social impuesta, sino, que basa su sexualidad en factores como, la disponibilidad de individuos y oportunidades, fantasías y deseos, y respuestas genitales o cerebrales (excitación medida fisiológicamente a través de estímulos masculinos o femeninos). Así también se transforma el concepto de género, el cual es distinto al sexo biológico, y es una identidad construida individualmente y que depende de su contexto socio-cultural, sus deseos y atracciones, y el cómo se definen socialmente. Todo esto muestra que la fluidez de la sexualidad y la multiplicidad o fluidez de género, ya no puede ser contenidas bajo el régimen de la heterosexualidad, por lo cual es deseable estar abierto a las perspectivas cambiantes de hoy en día.
