Existen varios comportamientos alimenticios dirigidos principalmente por las emociones derivadas del estrés, hábitos y actitudes individuales, a los que en su conjunto se denomina como Alimentación Emocional (AE). Este tipo de alimentación se puede abordar desde por los menos dos niveles, el psicológico y el fisiológico, el primero es el receptáculo del estrés, el cual favorece procesos fisiológicos, asociados al aumento o disminución del apetito. Muy comúnmente, cuando una persona se encuentra bajo cierto grado de estrés, comer parece ser una acción recurrente, simple e inconsciente, siendo este comportamiento independiente del peso corporal o el comportamiento alimentario. Entre otras cosas el uso de la comida como un factor de alivio para el estrés, es práctico, debido a que este elemento puede obtenerse fácilmente, no se necesita compañía para ingerirla, es socialmente aceptable y tiende a tener asociaciones psicológicas positivas, entre otras cosas. En particular la AE, a diferencia de los trastornos alimentarios específicos, no se asocia con una pérdida total de control sobre la cantidad y calidad de los alimentos consumidos. Las personas afectadas pueden dejar de comer en cualquier momento mientras experimentan el alivio asociado con la disminución de la tensión emocional y el estrés. Desafortunadamente este comportamiento no es catalogado como un desorden alimenticio, sin embargo, se plantea puede ser muy frecuente y puede contribuir fuertemente a la actual epidemia de obesidad de la sociedad. Por estos motivos se recomienda auto-observarse y tratarse con los profesionales de la salud más pertinentes para disminuir este tipo de alimentación.
