Uno de los problemas que se presentan una vez que hemos perdido peso es el efecto “rebote” o la recuperación del gramaje que se había disminuido. Algunos de los factores que influyen en el rebote es la práctica disciplinada de una actividad física y los hábitos alimenticios post-dieta. Entre los mecanismos que se han asociado a la recuperación de peso esta la disminución de gasto de energía en reposo y en actividad. Lo anterior va relacionado directamente con el nivel de sedentarismo al que están acostumbradas las personas, ya que el ejercicio es una parte importante del gasto energético total. Por lo general cuando se gana peso perdido, por un régimen alimenticio y/o de ejercicio, lo que se observa es que la ingesta energética es mayor que el gasto calórico debido a una actitud sedentaria. Por estos, y otros motivos, se recomienda la práctica de algún tipo de ejercicio para aumentar el gasto de energía y así contrarrestar la disminución del gasto calórico que se experimenta cuando se pierde peso. Es planteado que el ejercicio, en esta situación, favorecerá la sensación de saciedad postprandial, esto disminuyendo el apetito en relación con el contenido energético de la comida, a pesar del aumento de la sensación de hambre en ayunas. Además, la práctica de alguna actividad física se ha asociado con una disminución por alimentos ricos en grasas. Entonces para evitar el efecto rebote después de una dieta o régimen alimenticio/actividad física es necesario continuar con el ejercicio cuando se ha logrado la pérdida de peso.

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