Uno de los factores protectores en contra del estrés, la ansiedad y la depresión, es el ejercicio, el cual es definido como un movimiento corporal que consume energía de los músculos esqueléticos y que genera beneficios psicológicos. Los beneficios psicológicos del ejercicio se generan a distintos niveles, tales como, el molecular, función y estructura del cerebro, y psicosocial. Desde la perspectiva molecular, el factor neurotrofico cerebro-derivado (FNCD), el cual es el mayor factor neurotrofico cerebral, se ha observado, sus niveles se asocian a la cantidad de ejercicio realizada. Existen evidencia que sugiere que la disminución de FNCD, especialmente en el hipocampo, se relaciona con la depresión y ansiedad inducidas por estrés. En términos de estructura cerebral y función, el ejercicio favorece cambios en el eje hipotálamo-pituitario-adrenal (HPA) relacionándose esto a las manifestaciones de síntomas de depresión y ansiedad. Con respecto a los factores fisiológicos, se ha puesto especial atención en el proceso de resiliencia, proponiéndose que, la actividad física reduce las emociones negativas al mejorar dicho proceso. Es necesario aclarar que la resiliencia es la habilidad de mantener o recuperar la salud mental después de eventos adversos, esta cualidad es de especial importancia cuando el ser humano se enfrenta a distintos cambios o situaciones problemáticas. De esta forma se ha planteado al ejercicio como una herramienta para aumentar la resiliencia en edades donde se presentan cambios personales a distintos niveles, por ejemplo, en la adolescencia, principalmente en edad escolar.
