La alimentación influye en la salud mental, ya que puede afectar el estado de animo de las personas, lo cual, se ha relacionado, con el desarrollo de patologías mentales, tales como los desórdenes depresivos o la ansiedad. Entre los componentes de la dieta que más influyen en las funciones cerebrales se encuentran los nutrientes clásicos, por ejemplo: triptófano, vitamina B12, magnesio, zinc, taurina y algunos ácidos grasos. Un estilo de dieta que puede asociarse a un estado mental aceptable, es la Mediterránea, este tipo de alimentación incluye diversos alimentos derivados de las plantas (frutas, verduras, granos, nueces, aceite de oliva extravirgen), pescado, aves de corral, productos lácteos y en pocas ocasiones carnes rojas. Este régimen alimenticio aporta diversos compuestos bioactivos, tales como, polifenoles, carotenoides, compuestos azufrados, poliesteroles, entre otros. La práctica de este tipo de dieta, se ha relacionado, con una diminución en la frecuencia de desarrollo de Alzheimer, daño cognitivo y depresión. Algunos de los componentes de los elementos de la dieta Mediterránea que puede explicar esto, son los polifenoles, estos compuestos interactúan con algunas rutas de señalización neuronal, modulando de esta forma el flujo cerebral, protegiéndolo de neurotoxinas y neuroinflamación. Por otro lado, este tipo de alimentación contiene ácidos grasos poli-insaturados, principalmente derivados del ácido α-linóleico, fundamentales para el adecuado crecimiento, desarrollo y mantenimiento del sistema nervioso. Todo estos, y diversos factores más, permiten plantear a la dieta mediterránea como una coadyuvante viable en el mantenimiento de la salud mental, previniendo y combatiendo enfermedades como la depresión y la ansiedad.
