Como todos sabemos, en todo el mundo se han aplicado estrategias tanto para disminuir la propagación del SARS-CoV-2 como para disminuir la curva de trasmisión entre humanos. Dichas estrategias han modificado diferentes ámbitos del vivir humano, entre ellos la sexualidad. La Organización Mundial de la Salud (OMS), considera que la sexualidad humana se relaciona a la salud sexual, entendiendo esta última como un estado físico, emocional, mental y social. Este ámbito de la salud, se ha visto, alterado por la actual pandemia al modificar los hábitos sexuales, por ejemplo, ha disminuido las probabilidades de intimidad cuando una pareja cohabita en un hogar con otras personas. Por otro lado, las parejas que no viven juntas, en algún momento, debido a las restricciones sanitarias por la COVID, se les hizo, o se les hace, casi imposible el contacto físico sin desconfianza. En el caso de quienes acostumbraban el sexo casual, fue poco probable encontrar parejas sexuales durante el aislamiento. Esto muestra diversos grupos de personas que han tenido un tiempo, talvez, prolongado, de inactividad sexual, lo que a su vez se ha asociado con un posible desarrollo de estados de ansiedad y depresión, y al mismo tiempo un mal desempeño sexual cuando se da la oportunidad. Por otra parte, la creatividad del ser human@ siempre ha ayudado en este tipo de situaciones y gracias a ello se ha desarrollado el sextyping, las videollamadas subidas de tono entre parejas, el cybersexo, los juguetes sexuales conectados por wi fi, entre otras cosas. Lo anterior permite la expresión de la sexualidad de las personas relacionándose a una disminución en la ansiedad y/o depresión asociadas a la inactividad sexual y así mejorando su desempeño. Entonces, aunque tuvimos que modificar nuestros hábitos sexuales se encontró la manera de mantener nuestra salud.

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