En artículos anteriores hemos descrito como la actividad física continua tiene efectos benéficos a nivel cognitivo. Por ejemplo, el ejercicio aeróbico aumenta la cantidad de materia gris y blanca en la corteza prefrontal del cerebro e incrementa el funcionamiento de nodos claves de la red de las funciones ejecutivas en adultos mayores. Además, la práctica de alguna actividad física por tiempo considerable, 9 años, se ha relacionado con una disminución del riesgo de degeneración cognitiva, esto, ya que ayuda a la conservación de la región frontal y temporal del cerebro. Otra área cerebral que se beneficia con la realización de algún tipo de ejercicio, es el hipocampo, estructura que al deteriorarse se asocia a pérdida de memoria en el adulto mayor. En cuanto a esto se ha observado que la actividad física aumenta la proliferación y supervivencia celular en dicho componente cerebral, esto se ha asociado con un aumento en su tamaño, el cual se asocia a un incremento de la secreción de moléculas como la BNDF y el trkB. En cuanto a esto, en un experimento, se mostró, que personas que practicaron una actividad física de forma moderada por al menos un ano aumentaron el tamaño de su hipocampo en un 2% y mejoraron su memoria espacial. En ese mismo experimento en personas sedentarias se observó una disminución del volumen de su hipocampo en un 1% y no hubo cambios en cuanto a la memoria espacial. Esto nos muestra que el ejercicio va a generar cambios a nivel cerebral que nos ayudaran a mejorar y mantener nuestra memoria, lo que podría relacionarse con enfermedades como la demencia y el Alzheimer.
