Otro de los elementos de nuestra cotidianidad que se ha visto afectado por la pandemia de la COVID-19 es la expresión de la sexualidad. Según la lógica epidemiológica del virus, al menos en sus inicios, no era recomendable o seguro la práctica de las relaciones sexuales debido a que el SARS-COV2 se puede esparcir por pequeñas gotas aún a cierta distancia, con mayor razón en la intimidad. Sin embargo, conforme fue avanzando este periodo de la humanidad y se fue conociendo el comportamiento de la enfermedad se han ido generando algunas recomendaciones, como escoger ciertas posiciones donde no exista un continuo intercambio de secreciones respiratorias o tener sexo de forma indirecta. Todo esto afecto el comportamiento sexual human@ de tal forma que en las primeras etapas de la pandemia se reportó que las parejas sexualmente activas disminuyeron su actividad hasta en un 25%, entre otras cosas por la disminución de la libido. En el caso de las personas solteras se reportó disminuyeron hasta en un 87% la práctica de las relaciones sexuales. La disminución en la frecuencia de relaciones sexuales tanto en solteros como personas con una pareja estable se atribuye a factores como ansiedad, miedo, preocupación por la situación financiera, depresión, entre otras cosas. No obstante, la creatividad y adaptabilidad de las personas comenzó a surgir y se comenzaron a desarrollar y/o a consolidar prácticas sexuales alternativas, tales como el cibersexo o la realidad virtual. Por lo cual la pandemia, a pesar de todo lo dolorosa y costosa que ha sido, nos dio y sigue dando la oportunidad de nutrir nuestra creatividad y así cumplir con nuestras necesidades básicas, tales como conexión humana, amor, filtreo y expresión sexual, entre otras.
