El maquillaje en algunas ocasiones se ha confinado a su uso estético, como una herramienta para resaltar la belleza, de hecho, múltiples estudios indican que puede incrementar la atracción física y/o sexual en algunas personas. Esto se incrementa en parte como resultado de la alteración de la percepción biológica que provoca el maquillaje, por ejemplo, altera nuestra percepción de la edad o de los estímulos visuales de la sexualidad. Sin embargo, el maquillaje, al menos en la actualidad, no solo es utilizado con este objetivo, sino que también es usado como un instrumento de comunicación no verbal. Esto debido a que influye en algunas de las características de ese tipo de comunicación, las cuales son la percepción de los movimientos faciales (cinesia), de la proximidad (puede cambiar la percepción espacial de la región corporal donde se utilice) y en general puede modificar la percepción de la apariencia física. A esto se le debe de agregar el uso que se le den a los colores y la interpretación que las personas realicen acerca de los colores utilizados, por ejemplo: en un estudio realizado en 16 estudiantes entre 18 y 21 años se mostró que el color purpura se relacionó con la femineidad, el color negro con cualidades de poder, el rojo, amarillo y naranja se asociaron a pasión, alegría y en algunas ocasiones, enojo. En ese mismo estudio se registró que el color rosa se asociaba a las emociones registradas para el color rojo, pero en menor intensidad, mientras que el café y el gris no mostraron causar algún tipo de emoción en los receptores. De esta forma podemos asumir que el maquillaje no es meramente una herramienta para resaltar la belleza desde un punto de vista sociosexual sino que también puede ser usado como una herramienta comunicación.
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